Este incidente ocurrió
el mismo año que nació el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, aproximadamente
en el 571 d.C. La historia está mencionada en la Sura número 105 del Corán. El
Yemen se encontraba bajo el dominio de los abisinios, y Abraha Ibn As-Sabah
actuaba como virrey. Abraha se percató de que la gente del Yemen se preparaba
para visitar Meca, que Allah la honre, todos los años en la misma temporada.
Por lo tanto, decidió construir una iglesia en San’a, capital del Yemen, y envió
una carta a Negus, rey de Abisinia, informándole que estaba construyendo una
gran iglesia para atraer la atención de la gente hacia ella y así desistieran
de peregrinar hacia la Ka’bah. Un árabe de la tribu de Kinanah supo acerca de
su plan y entró en la iglesia ensuciándola con eses fecales.
Abraha preguntó quién
había realizado semejante acción y algunas personas le dijeron que fue una de
las gentes de la Ka’bah. Abraha juró destruir la Ka’bah, informó a Negus de sus
planes y le pidió que le enviara su enorme y fuerte elefante: Mahmud. Negus
aceptó su petición.
Luego, Abraha procedió
a invadir Meca con un numeroso ejército y algunos elefantes. Los árabes
quedaron impresionados con este ejército, pero aun así lucharon contra él.
Las tribus árabes
lucharon contra Abraha, desunidas, y fueron vencidas una a una. Luego, Abraha
envió un emisario a ‘Abdul Muttalib, el líder de la Meca y abuelo del Profeta,
sallallaahu ‘alayhi wa sallam, para informarle que había venido a destruir la
Ka’bah. ‘Abdul Muttalib respondió: “No nos pondremos en su camino. Esta es la
casa de Allah y de Su amigo Ibrahim. Si Decide protegerla, lo Hará porque es Su
casa y un lugar sagrado”. Luego, se dirigió dónde Abraha, y debido a su buen
semblante y belleza se ganó la simpatía de Abraha, quien lo trato bien. ‘Abdul
Muttalib le pidió a Abraha que le devolviera 200 de sus camellos confiscados
por el ejército. Abraha le dijo a su intérprete que le dijera a ‘Abdul Muttalib
que lo admiraba, pero no entendía por qué estaba preocupado por sus camellos y
no por la casa de sus ancestros, su honor y gloria. ‘Abdul Muttalib respondió: “Yo sólo soy dueño de los camellos, y la Ka’bah tiene su propio
Señor que la Protegerá”. Abraha dijo: “Al-lah no Puede prevenirme de hacerlo”. ‘Abdul
Muttalib dijo: “Haz como quieras”. Abraha ordenó a su ejército devolver los camellos a su dueño, quien
por su lado informó a los Quraish del ataque y les ordenó dirigirse a las montañas
circundantes para allí buscar refugio. ‘Abdul Muttalib se dirigió a la Ka’bah y
suplicó diciendo: “¡Oh, Allah!
Sólo a Ti pedimos ayuda y protección; el verdadero enemigo es aquel que muestra
enemistad contra Ti y Tu Casa, Protégela pues”.
Cuando Abraha empezó a
dirigirse contra la Ka’bah, algunos árabes tomaron por las orejas al elefante
ordenándole arrodillarse porque se encontraba en territorio sagrado, y ocurrió
que Mahmud se detuvo. Los abisinios hicieron su mejor esfuerzo por hacerlo
ponerse de pie nuevamente, pero fue en vano. Cuando lo dirigían hacia el Yemen,
el elefante caminaba, lo mismo ocurría si lo dirigían hacia Siria o el este.
Pero se negaba a avanzar en dirección de la Ka’bah. Entonces, Allah Envió
bandadas de pájaros del lado del mar; cada pájaro cargaba tres piedrecillas:
una en cada pata y una en su pico. Los pájaros cubrieron toda el área y dejaron
caer las piedrecillas. Los soldados escaparon, pero de nada les sirvió porque
poco a poco iban pereciendo, desintegrándose por el poder de Allah. En cuanto a
Abraha, escapó hacia el Yemen y en el camino iba perdiendo sus órganos uno a
uno. Finalmente, pereció al rasgarse su pecho.
Esta historia fue
mencionada en el Sagrado Corán, en la Sura 105, con las siguientes palabras
(que se interpretan en español): {¿No has observado lo
que hizo tu Señor con el ejército del elefante? Desbarató sus planes [de
destruir la Ka‘bah], y Envió sobre ellos bandadas de aves que les arrojaron
piedras de arcilla dura y les Dejó como heno comido [por el rebaño]. } [Corán
105:1-5]
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