La sexta acción prohibida en las aleyas
citadas anteriormente es el hablar mal de los ausentes (ghiba):
"¡Creyentes!
¡Evitad conjeturar demasiado! Algunas conjeturas son pecado. ¡No
espiéis! ¡No calumniéis! ¿Os gustaría comer la carne de un hermano muerto? Os causaría horror ... ¡Temed a Allah! Allah es indulgente, misericordioso".
(49:12).
El Profeta
(B y P) quiso aclarar el significado de "hablar mal" a sus sahabis a
través de preguntas y respuesta. Él les
preguntó: "¿Saben lo que es hablar
la Ghiba?" Ellos respondieron: "Allah y su Mensajero saben mejor". Él dijo:
"Es decir algo sobre tu hermano que a él le pueda
disgustar". Alguien preguntó: "¿Y qué sucede si yo digo algo sobre mi
hermano y es verdad?". El Profeta
(B y P) respondió: "Si lo que dices
de él es verdad, pues es ghiba; y si no es verdad, pues es una calumnia".
Cuando una persona no gusta de otra,
tiende a encontrar defectos en su apariencia, conducta, linaje y cualquier otra
cosa que esté relacionada con ella.
Aisha narró
que dijo al Profeta (B y P): "¿Ves que Safía (otra esposa del Profeta) esa
así y así?". Implicando que era de
corta estatura. El Profeta (B y P) le
respondió: "Las palabras que has dicho son tales, que, si se mezclan con
las aguas del océano, las obscurecerán".
La ghiba (el
hablar mal de los ausentes) no es más que un deseo de empequeñecer a la gente,
de dañar su honor y desdeñar sus logros en su ausencia. Y ya que es una
puñalada por la espalda, pues es una señal de ceguera y cobardía. La ghiba es un atributo negativo; y sólo los
que no han logrado nada se dedican a ella.
Es un arma de destrucción, pues quien es aficionado a ella no deja a
nadie sin lanzarle sus dardos y herirlo.
No debemos
sorprendernos, pues, que el Corán presente una imagen tan repulsiva de tan vil
costumbre que hace a la gente estremecerse de horror:
"¡Creyentes! ¡Evitad conjeturar demasiado! Algunas
conjeturas son pecado. ¡No espiéis! ¡No calumniéis! ¿Os gustaría comer la carne
de un hermano muerto? Os causaría horror
... ¡Temed a Allah! Allah es indulgente,
misericordioso". (49:12).
Si pensar
solamente en comer carne humana ya causa malestar, ¡Cuán repulsivo es pensar en
comer la carne del propio hermano muerto!
En toda
oportunidad, el Profeta (B y P) mencionaba esta alegoría coránica para imprimirla
en los corazones y mentes de la gente.
Ibn Mas'ud relató:
"Estabamos sentados con el Profeta (B y P) cuando un hombre se paró
y se marchó. En ese momento otro habló
mal de él. El Profeta (B y P) dijo: 'Límpiate los dientes'. El hombre dijo: '¿Porque? No he comido
carne'. El Profeta (B y P) le respondió:
'Acabas de comer la carne de tu hermano".
Yábir
narró: "Mientras estabamos sentados
con el Profeta (B y P), el viento trajo un olor fétido en nuestra dirección, en
este momento, el Profeta (B y P) dijo:
'¿Sabéis que olor es éste? Es el
olor de aquellos que hablan mal de los creyentes'".
Todos estos
textos y citas demuestran la santidad y dignidad que la persona disfruta en el
Islam. Sin embargo, algunos eruditos han
mencionado algunas excepciones, necesariamente limitadas a ciertas
circunstancias, cuando hablar sobre una persona en su ausencia es
permitido. Entre estas excepciones está
la de una persona que ha sido oprimida y se está quejando de su opresor. Aunque deba entonces hablar sobre lo que al
opresor disgusta, es su derecho hacerlo a fin de garantizar la justicia; en
consecuencia, se le da permiso para describir el mal que se le ha causado. Allah dice:
"A Allah no le gusta
la maledicencia en vos alta, a no ser que quien lo haga haya sido tratado
injustamente. Allah todo lo oye, todo lo
sabe". (4:148).
Si alguien
desea investigar el carácter o la idoneidad de una persona con la que desea
entrar en sociedad, o que le ha pedido su hija en matrimonio, o que le está
pidiendo trabajo, está permitido que aquellos que son consultados den su
opinión franca y honesta. Aquí se
presenta un conflicto entre dos obligaciones:
una, dar buen asesoramiento a quien busca información; y dos, proteger
el honor de la persona sobre la cual se pide una opinión. Pero la primera
obligación tiene precedencia sobre la segunda, pues es más importante y
sagrada. Fátima bint Qais consultó al
Profeta (B y P) sobre dos hombres que la habían pedido en matrimonio. El Profeta
(B y P) le dijo sobre uno de ellos:
"Es un bueno para nada y no tiene propiedades". Y sobre el
otro, "nunca baja su bastón del hombro", queriendo decir que
frecuentemente golpeaba a las mujeres en su casa.
También es
permitido hablar sobre una persona sin su conocimiento si se requiere una
opinión legal o un veredicto (Fatua) sobre la misma o si se necesita ayuda para
combatir el mal que estuviera causando, o referirse a él por un nombre, un
título o una característica que él no guste pero sin el cual no se la puede
identificar, como por ejemplo, “el hombre cojo", "el tuerto”; así
también, cuestionar a un testigo o criticar a un relator de hadices o noticias
es permitido.
La regla
general sobre la permisibilidad de hablar sobre alguien en su ausencia está
regida por dos consideraciones: la
necesidad y la intención.
1. La necesidad: Cuando no hay una necesidad urgente de
mencionar a la tercera persona de una forma que le disguste, debemos
abstenernos de violar la santidad de su personalidad y su honor. Si hay necesidad de mencionarlo, pero ésta se
puede satisfacer con una referencia indirecta, no debemos ser explícitos. Si una discusión general basta, se debe
evitar mencionar personas específicas.
Por ejemplo, cuando se procura una opinión legal (fatua), se puede hacer
así la pregunta: "¿Cuál es su
opinión de alguien que hace esto y aquello?". Finalmente, si se debe mencionar a la
persona, se debe mencionar sólo lo que es verdad, pues atribuirle algo falso es
haram.
2. La Intención: En cualquier caso, la intención es un factor
decisivo. El que habla conoce sus motivos
mejor que nadie - si es que constituyen un justo reclamo contra una injusticia
o mero rencor, si es una investigación objetiva o una calumnia, criticismo
académico o simple habladuría (ghiba), un buen consejo o la difusión de un
rumor. Al respecto podemos decir que el
creyente es el juez más exigente consigo mismo; más que un tirano o un socio
ambicioso.
El Islam
decreta que el oyente sea partidario del ausente, y que debe defender a su
hermano ausente repudiando la calumnia que se lanza sobre él.
El Profeta
(B y P) dice, “si alguien defiende a su hermano que es calumniado en su
ausencia, su recompensa será que Allah lo libre del Fuego". También
dijo: "Si Alguien defiende la honra
de su hermano en esta vida, Allah protegerá su rostro del fuego en el Día de la
Resurrección".
Si una
persona no tiene el coraje de hablar en defensa de su hermano contra las
lenguas maliciosas, lo menos que puede hacer es salir de ese círculo hasta que
cambien de tema; de otra manera el verso (4: 140) se aplicará:
"Él os ha revelado en la
Escritura: "Cuando oigáis que las
aleyas de Allah no son creídas y son objeto de burla, no os sentéis con ellos
mientras no cambien de tema de conversación; si no, os haréis como ellos".
Allah
reunirá a los hipócritas y a los infieles, todos juntos, en la gehena”. (4:140).
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