Se esconde de la gente a causa del mal de lo que se le anunció
pensando si se quedará con ello a pesar de la vergüenza o lo enterrará. ¿Acaso
no es malo lo que juzgan? (La Abeja, 16:59)
Por lo
que se escurre en la oscuridad para enterrar a su hija en una tumba para no
volverla a ver ni escuchar nunca más. Esto era la sociedad de Arabia antes del
621 DC, en la cual pensaban que a una niña recién nacida no merecía la pena
mantenerla con vida. E incluso si vivía, llevaría una vida sin oportunidades.
Entonces, en el año del elefante, llegó Muhammad, que la paz sea con él, como
una misericordia para todos los mundos y una luz para la humanidad. Hizo que
los hombres se dieran cuenta de que tenían que temer un día en el que “Cuando la niña enterrada viva sea
preguntada por qué crimen la mataron [Alude a la práctica de la
ignorancia anterior al Islam por la que algunos árabes enterraban vivas a sus
hijas al nacer.] y en este
día, todo aquel que perpetró este mal, tendrá que rendir cuentas por ello”. (El Arrollamiento, 81:8-9)
Islam
llegó como una guía para toda la humanidad y como un catalizador en la vida de
las mujeres, transformando su situación de la noche a la mañana. Los derechos
de la mujer, un concepto que nunca antes se había escuchado, ni siquiera
pensado, se estaba imponiendo y protegiendo. De ser una simple mercancía en las
casas, las mujeres pasaron a tener dignidad y voz.
El
Profeta, que la paz sea con él, enseñó que no hay
diferencia en la valía de los creyentes debido a su sexo. Ambos tienen los mismos derechos y obligaciones de aprender y
enseñar. Las mujeres tiene las misma responsabilidad que los hombres par
alejarse a ellas y a otros del mal y encomendarse a ellas y a otros hacer el
bien. El Islam ha puesto el paraíso bajo sus pies como madres; son la
razón por la que padres entren en el jardín y un parte tan integral de la
creencia de un marido que sin honrarlas, su fe no está completa. Fue a través
de esta recién adquirido posición que las mujeres se elevaron y dejaron su
marca en la historia, de tal manera que no se quedasen fuera cuando se
recordarse la grandeza del Islam.
Las mujeres musulmanes contribuyeron al
legado del Islam como eruditas, juristas, gobernadoras, benefactoras,
guerreras, mujeres de negocios, expertas legales, etc. El hogar del Profeta era lo que
todos los compañeros tomaban como ejemplo
y guía. Su esposa Jadiya, quien era su compañera y confidente, fue una
exitosa mujer de negocios que le apoyó moral y financieramente cuando se le
hizo Profeta; Aisha bint Abu Bakr transmitió grandes cantidades de conocimiento
de él y se convirtió en un gran jurista y erudita; El consejo de Umm Salama fue
aceptado por el mismo profeta en el momento del tratado de Hudaibiyyah; Hafsa,
la hija de Umar ibn Al-Jattab fue la primera persona en quien se confió el
Corán escrito cuando murió su padre.
La contribución de las mujeres a la
preservación del hadith ha sido de gran importancia. Un estudio de los textos de
hadith nos indica que la mayoría de los primeros recopiladores de hadith
recibieron muchos de ellos de mujeres como transmisoras directas. Ibn Hajar
estudió bajo 53 mujeres diferentes, As-Sajawi recibió iyazas (licencias de
enseñanza) de 68 mujeres y As-Suyuti tuvo más de 33 maestras, un cuarto de
todos sus maestros.
En el
siglo cuarto tenemos a Fatima bint Abdur-Rahman, comocida como as-sufiyyah, por
su devoción; Fatima, la nieta de Abu Dawud, recopilador del Sunan; Amat
al-Wahid, la nieta del distinguido jurista al-Muhamili; Umm al-Fath Amat
as-Salam, la hija del juez Abu Bakr Ahmad; Jumuah bin Ahmad, cuyas clases eran atendidas
por reverenciales audiencias. Todas ellas jugaron un papel importante en su
tiempo.
Fathima
bint al-Hasan ibn Ali Ad-Daqqaq al-Qushayri fue una gran erudita del siglo
quinto y sexto, quien era conocida no solo por su devoción y su maestría con la
caligrafía, sino también por su conocimiento de los hadith y por la calidad de
sus isnads (cadenas de transmisión). Karimah al-Marwaziyyah fue considerada una
de las mayores autoridades de Sahih al Bujari en su tiempo; Abu Dharr de Herat,
uno de los eruditos más prominentes de ese tiempo le daba tanta importancia a
su autoridad en Sahih de Al Bujari, que recomendaba a sus estudiantes no
estudiarlo de nadie más que de ella por la calidad de su erudición. Entre sus
estudiantes se encontraron Al-Jatib al-Baghdadi y Al-Humaydi.
Fatima-bint-Muhammad,
conocida como as Shahdah, la escritora, recibió el honrado título de Musnida
Asfahan (la gran autoridad en Hadith de Asfahan). Fundó un centro de
espiritualidad que su marido dotó generosamente. Sus clases de Sahih al Bujari
eran atendidas por multitudinarias audiencias y muchos incluso clamaban
falsamente haber sido sus discípulos.
Sitt
al-Wuzra fue otra conocida autoridad de del Sahih al Bujari, quien, además de
ser una gran erudita en jurisprudencia islámica, daba clases de Al Bujari en
Damasco y Egipto. De igual forma, Umm al-Khayr Amat al-Khaliq, fue considerada
la última gran erudita del Hadith en el Hiyaz.
En el
siglo séptimo en Damasco encontramos a Umm al-Darda, una importante jurista
entre cuyos estudiantes se encontraba Abdul Malik ibn Marwan, el Califa en
aquel momento; solía enseñar ahadithy fiqh en la mezquita. Ilyas-ibn-Mu’awiyah,
un importante erudito de aquel tiempo y juez de mérito indisputado, la
consideraba superior a todos los demás eruditos del hadith en su tiempo.
Aisha
bint Sa’ad bin Abi Waqqas fue una jurista y erudita, maestra del conocido
erudito Imam Malik, el fundador de la escuela de jurisprudencia maliki. Sayyida
Nafisa, la nieta del Profeta e hija de Hassan bin Ali bin Abu Talib, fue una
conocida maestra de jurisprudencia cuyos estudiantes viajaban de sitios
lejanos, siendo uno de ellos Imam Shafi’, famoso erudito y fundador de la
escuela de jurisprudencia Shafi’. Fue ella la que cubrió los gastos de su
educación.
Las
Sabias musulmanas que dan clase a hombres como mujeres: una tradición que nos
viene de la época del Profeta ﷺ y de su esposa Aisha, que fue una de las grandes juristas
y Sabias del Islam.
Ashifa
bint Abdullah fue la primera mujer musulmana nombrada encargada e inspectora
del mercado por el Califa Umar Ibn al-Jattab. Amra bint Abdurrahman fue una de
las grandes eruditas del siglo octavo siendo jurista, Mufti y erudita del
hadith. El el tiempo del Califa Umar se la consideraba una gran autoridad en
las tradiciones transmitidas por Aisha, la esposa del Profeta, que la paz sea
con él; entre sus estudiantes se encontraban Abu Bakr ibn Hazim, el conocido
juez de Medina a quien el califa Umar ibn Abdul Aziz ordenó que recogiera todos
los hadices transmitidos por ella.
Aisha
bint Muhammad ibn Abdul Hadi fue una erudita de Damasco quien enseñó a mucho
conocidos eruditos y que poseía la cadena de transmisión más corta hasta el
Profeta Muhammad, que la paz sea con él. Fue maestra de Ibn Hajr al Asqalani,
el mayor erudito de su tiempo. Fatima al-Batayahiyyah fue una distinguida mujer
de edad avanzada que enseñaba el Sahih al-Bujari durante días seguidos en la
misma mezquita del Profeta.
Universidad
al-Qarawiyyin
|
En el
siglo noveno encontramos a
Fatima al-Fihriyya, en Fez, Marruecos, quien fundó la mezquita, y primera
universidad del mundo, al-Qarawiyyin.
Esta fue
establecida en el año 859 y fue a través de ella que se extendió el uso de los
números árabes en Europa. La universidad adjunta a la mezquita es la primera
universidad y la más antigua que sigue en funcionamiento. Los estudiantes
acudían de todas partes del mundo para estudiar ciencias, lenguas y estudios
islámicos.
Fatima de Córdoba fue una bibliotecaria de siglo diez quien
supervisaba setenta bibliotecas con más de cuatrocientos mil libros, cuando las bibliotecas más
avanzadas en europa en ese momento tenían algunos cientos, con suerte. En el
siglo once encontramos Banafshaa’ ar-Rumiyya, quien restauraba escuelas,
puentes y casas para los pobres en Bagdad.
Después
de ellas podemos mencionar a Abidah al-Madaniyya, Abdah bint Bishr, Umm Umar
Ath-Thaqafiyyah, Zaynab, la niet de Ali ibn Abdullah ibn Abbas, Nafisah bint
al-Hassan ibn Ziyad, Khadijah Umm Muhammad, Abdah bint Abdar Rahman y muchas
otras mujeres que sobresalieron dando clases públicas sobre Hadiths. Abidah
comenzó siendo una esclava de Muhammad ibn Yazid. Aprendió un gran número de
hadith y relató cerca de 10.000 hadith de la autoridad de sus maestro, Madani.
Cuando
fue entregada por su señor a Habib Dahhun, el gran erudito de los hadith de
España, en una visita a Jerusalem, este quedó tan impresionado por su
conocimiento que la liberó, se casó con ella y se fueron a de vuelta a
Andalucía.
Zaynab
bint Sulaiman, al contrario que Abidah, fue una princesa. Su padre fue un primo
de As-Saffah, el fundador de la dinastía Abasida, y fue gobernador de Basrah,
Oman y Bahrain durante el califato de Al-Mansur. Zaynab recibió una cuidada
educación y adquirió maestría en los hadith ganándose un gran reputación como
una de las eruditas más importantes de su tiempo, muchos hombres importantes
acudían a sus clases.
En el
siglo doce tenemos a Shuhadah bint Ahmad al-Ibrii, quien estudió en Bagdad con
conocidos eruditos del hadith y se convirtió en una gran erudita y
jurisprudente. Era conocida como el ‘orgullo de las mujeres’. Zainab bint Kamal
enseñó más de 400 libros de hadiths en algunas de las más prestigiosas
instituciones académicas de Damasco y mostraba tanta que se ganaba el corazón
de todos los estudiantes. También podemos ver a Fathima bint Muhammad
al-Samarqandi, una jurista que aconsejaba a su famoso marido sobre los fatwas.
Más recientemente, el el siglo diecinueve encontramos a Nana Asma’u de Nigeria;
una poeta, maestra, erudita y consejera de su padre, el famoso Usman Dan Fodio.
Algunas
mujeres que sobresalen como gobernadoras son: Arwa al-Sulayhi, una mujer Yemení
del siglo once quien gobernó durante setenta y siete años y que era conocida
como “La noble dama” y Sultana Shajarat al-Durr, quien tomó control de Egipto
tras la muerte de su marido en el siglo trece.
Dhayfa
Jatún, la sobrina y nuera de Salah Al-Din al-Ayyubi, tras la muerte de su hijo,
el rey Abdul Aziz, se hizo reina de Alepo y gobernó durante 4 años. Durante su
reinado se enfrentó a las amenazas de los cruzados, Khuarzmain, los mogoles y
los selyúcidas. Además de su papel político y social, también apoyó la
educación en Aleppo, donde fundó dos escuelas.
Sitt
al-Mulk fue una princesa Fatimí de Egipto, cuyas conocidas dotes administrativa
estaban de acuerdo con las leyes islámicas.
La reina
Zubayda, esposa del califa del siglo noveno, Harun Ar-Rashid, es famosa por sus
contribuciones generosas a construir recursos para obtener agua y casas para
los peregrinos en las mayores rutas hacia Meca. Fue una intelectual que
expresaba sus opiniones políticas en público y que patrocinaba a poetas y
escritores, aunque no fuesen musulmanes, eruditos religiosos y a los
necesitados. El famoso pozo de Zubayda, en las afueras de Meca, todavía lleva
su nombre.
En India
encontramos a Razia Sultana, la única mujer que ocupó el trono de Delhi durante
cuatro años en el siglo trece. Firishta, un historiador del siglo veinte
escribió: “Razia era mejor que veinte hijos”.
Hurrem
Sultán, también conocida como Roxelana, fue capturada como prisionera en el
siglo dieciséis en las campanas de Crimea durante el reinado de Yazuz Sultan
Salim, llevada al palacio otomano y presentada a Sultan Sulaiman, quien más
adelantes de casó con ella. Fue la fundadora de una gran número de
instituciones entre las que se incluyen el complejo de una mezquita que cuenta
con una madrasa, una cocina pública, uno hammams para hombres y mujeres, dos
escuelas y un hospital para mujeres. También construyó cuatro escuelas en Meca
y una mezquita en Jerusalén.
La educación de las niñas: una orden que enfatizó el Profeta Muhammad ﷺ |
Hubo una
familia de mujeres que gobernó Bophal entre 1819 y 1924, la última gobernadora
fue Begum Kaikhursau Jahan. Esta familia era conocida por haber mejorado la
líneas de tren, los sistemas de agua, el sistema postal y la líneas de
transporte con la vecindad.
Las
mujeres musulmanas también se aseguraban de dejar una legado intelectual y
académico. Sutayta al-Mahamili fue una matemática que vivió en la segunda mitad
del siglo diez y procedía de una familia educada en Baghdad. Sobresalió en
muchos campos, como la literatura, el hadiz o la jurisprudencia. Inventó
soluciones para muchas ecuaciones que han sido usadas por otros matemáticos y
que muestran su aptitud para el álgebra. Fue alabada por historiadores como Ibn
al-Jawzi, Ibn al-Jatib and Ibn Kazir.
Labana de
Córdoba vivió en el siglo diez en España y era una experta en las matemáticas,
pudiendo resolver los más complejos problemas geométricos y de álgebra conocidos
en aquel tiempo. Trabajó como la secretaria personal del califa Omeya Al Hakam
Segundo.
Aisha,
hija del príncipe Ahmed de Al Andalus, quien vivió en el siglo once, sobresalió
en la rima y la oratoria. Sus versos causaban entusiasmo en los serios poetas
cordobeses y su biblioteca era una de las mejores y más completas del reino.
Wallada,
una princesa almohade durante el siglo once, era conocida por su conocimiento
de la poesía y la retórica y por sus conversaciones, extraordinarias en cuanto
profundidad y originalidad. En las competiciones académicas de Córdoba, la
capital que atraía a los más sabios y elocuentes de la Península Ibérica, nunca
fallaba en superar, en la prosa y la composición poética, a todos sus
competidores.
Al
Ghazaniya y Safiyya, las dos sevillanas, eran conocidas por sus genio poético y
oratorio en el siglo once. Safia además era única en la perfección y belleza de
su caligrafía.
Miriam,
la hija de Al-Faisuli, era conocida por sus logros literarios en todo Al
Andalus, su agudo ingenio y la sátira de sus epigramas no tenía comparación a
finales del siglo once.
En el
arte de la caligrafía hay un nombre que surge una y otra vez, el de Thana, una
sirviente en la casa de Ibn-Qayyuma. Ibn Qayyuma era el tutor de uno de los
hijos del Califa Mansur, en el siglo dieciocho. Una de los dos que mandó a
aprender bajo el mejor calígrafo de su tiempo, Ishaq bint-Hamad, fue Thana,
cuyos pupilos dicen que ‘escribió los manuscritos de medidas originales, que no
han vuelto a ser igualados’.
Umm-al-Sa’d,
en el siglo once era conocida por sus familiaridad con las tradiciones
islámicas. Al Fihrist-ibn-al-Nadim, un historiador del siglo dieciocho, nombra
a muchas mujeres con múltiples habilidades. Dos de ellas eran expertas en la
gramática, una muy respetada rama de conocimiento relacionada con el uso
correcto y completo de la lengua árabe. Una de ellas, en el siglo once,
procedente de ‘las tribus’ era una experta en los dialectos del árabe. Otra
conocía las leyendas tribales y los coloquialismos; una tercera escribió un
libro titulado ‘Formas raras y fuentes de los verbos’. En un campo diferente, Arwa
escribió un libro sobre ‘sermones, moral y sabiduría’.
Rasa, un
mujer india, fue la autora de un libro sobre el trato médico y cuidado de las
mujeres, el libro sigue estando disponible entre los libros de medicina en
árabe. Mariyah-al-Qibtiyyah, que era egipcia, escribió sobre la alquimia en el
siglo siete.
Al
Ijiliyyah bint al-Ijili al-Asturlabi, siguió el curso de su padre, sobre quien
está nombrado el astrolabio, en Alepo, y trabajó en la corte de Sayf-ad-Dawla,
uno de los poderoso gobernadores Hamdanin en el norte de Siria.
La Sharia
requiere que los musulmanes se preocupen por todas las esferas de la sociedad.
Con la llegada del Islam la mujeres pudieron empezar a trabajar como médicos
tratando a hombres y mujeres, especialmente en el campo de batalla.
El honor
de ser la primera enfermera lo tuvo Rufayda bint Sa’ad al-Aslamiyya, quien
vivió en el mismo tiempo del Profeta. Ayudó a curar y tratar a los heridos en
la batalla de Badr, el 13 de marzo del 625. Aprendió la mayoría de sus
habilidades de ayudar a su padre, Sa’ad al-Aslami, quien también era médico.
Al Shifa
bint Abdulla al-Quraishiyya al-Adawiyah fue una de las mujeres sabias de su
tiempo. Estuvo involucrada en los asuntos de la administración pública y
también era médico. Su nombre era Layla, pero recibió el apodo de ‘Al-Shifa’
que significa ‘la que cura’.
Nusayba
bint Ka’ab al-Mazneya, puso en práctica sus conocimiento en la batalla de Uhud;
Umm-e-Sinan Al-Islami pidió el permiso del Profeta para salir al campo de
batalla a ayudar a los heridos y a llevarles agua; Umm Warqa bint Harith, quien
participó en la recopilación del Corán, también ayudó en la batalla de Badr.
Nudaybah
bint al-Harith, también conocida como Umm al-Athia, ayudaba con los heridos en
las batallas y proveía a los soldados con agua, alimentos y primero auxilios;
incluso hacía circuncisiones.
El relato
más cercano de una erudita actual, que dedicó su vida al Islam, es el de Zainab
al-Ghazali. Nació en 1917 en Egipto y estuvo relacionada al principio con lo
Hermanos Musulmanes. Su padre la animó a convertirse en una líder islámica
citando el ejemplo de Nusayba bint Ka’ab al Muzaniyya, una mujer que luchó
junto al profeta en la batalla de Uhud. A la edad de diecinueve años fundó la
Jama’at al-Sayyidat al-Muslimaat (Asociación de mujeres musulmanas) que contaba
con tres millones de miembros cuando fue disuelta por el gobierno en 1964.
Hasan al-Banna la invitó a unir su asociación con su movimiento de los Hermanos
Musulmanes, oferta que rechazó para mantener su autonomía. Sus clases semanales
atraían a cerca de cinco mil personas. Además de ofrecer clases a las mujeres,
la asociación tenía un orfanato, asistía a familias pobres, mediaba en disputas
familiares y tenía un publicación. Pasó una larga temporada en la carcel en la
que fue sometida a numerosas dificultades y escribió un libro que fue traducido
al inglés como ‘El retorno de la faraona’. Murió en 3 de agosto de 2005 con 88
años.
El Dr.
Akram Nadwi, autor de una obra de 40 volúmenes sobre la mujeres eruditas en el
Islam, Al-Muhaddizat, en su investigación sacó a la luz muchas eruditas y sus
logros que en muchos casos están hoy olvidadas. Su visión era que el énfasis
actual en la sumisión de la mujer en algunos países de mayoría musulmana, ha
hecho muy importante buscar las referencias históricas reales del verdadero
lugar de la mujer en el Islam. Tal y como escribe:
“En un principio
creí que habría unas 30 o 40 mujeres, pero a medida que la investigación
continuaba, la cuenta seguía aumentando hasta que me di cuenta de que tenía no
menos de 8,000 notas biográficas de mujeres que habían jugado un papel
importante en la preservación y avance de las tradiciones y ciencias islámicas
desde el tiempo del Profeta, que la paz sea con él. Estas mujeres no eran, ni mucho
menos, mediocres en comparación con los hombres, y de hecho, muchas excedieron
a sus contemporáneos masculinos. Estas eran mujeres excepcionales que no solo
participaban en la sociedad, sino que ayudan a que esta se reformase. Una de
las cosas más impactantes era su calibre intelectual y el reconocimiento que
recibieron por ello”.
Autora: Zainab Aliyah
Fuente: http://www.youngmuslimdigest.com
Traducido y editado por Truth
Seeker
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