El ayuno
del mes de Ramadán es practicado cada año por millones de musulmanes en todo el
mundo ya que es un pilar obligatorio del Islam. Este pilar aporta un gran
beneficio terapéutico tanto a nivel de limpieza física interior como de
descontaminación mental y claridad espiritual.
El ayuno
ha sido desde siempre un conocimiento natural e instintivo practicado por los
seres humanos y los animales, que cuando se sienten enfermos dejan de comer
guiados por el instinto somático o inteligencia interna del organismo,
canalizando la energía hacia la autocuración, desapareciendo las ganas de
comer. La curación es un proceso biológico y el ayuno posibilita que el cuerpo
ponga en marcha el proceso de limpieza y regeneración.
Desde la
prehistoria, el ayuno también ha sido una práctica habitual por razones
espirituales o religiosas, y muchos de los grandes místicos de la humanidad
eran partidarios y conocedores de los grandes beneficios del ayuno a nivel de
la consciencia. En la actualidad, mucha gente que practica métodos alternativos
para mejorar su estado personal usa el ayuno como método de depuración de su
organismo o bien para alcanzar estados de percepción mental y espiritual más
elevados.
Durante
todo el mes lunar de Ramadán, el ayunante deberá abstenerse de comer, beber,
fumar y mantener relaciones sexuales desde el despuntar del alba hasta la
puesta de sol.
Cada
ritmo circadiano controla el tiempo de una zona del organismo y éste a la vez
está estrechamente ligado a las horas de luz y de oscuridad
La
eficiencia y el rendimiento de nuestro organismo dependen de los ritmos
biológicos que están determinados y en sincronía con los llamados ritmos
circadianos de la naturaleza. Los ritmos circadianos están íntimamente
vinculados con el movimiento de la Tierra sobre su eje y alrededor del Sol,
recibiendo también la influencia del movimiento de la Luna y de otros planetas.
Cada ritmo controla el tiempo de una zona del organismo y éste a la vez está
estrechamente ligado a las horas de luz y de oscuridad.
La
llegada de la luz del día provoca la descarga de potentes hormonas que regulan
algunas de las funciones más importantes del metabolismo. Los niveles máximos
de azúcar en la sangre aparecen al amanecer y van disminuyendo a medida que
avanza el día, y es precisamente en las primeras horas del ayuno cuando el
cuerpo consume el azúcar que fluye en la sangre. El proceso digestivo también
se controla mediante los ritmos circadianos llegando la secreción de bilis y de
otros jugos gástricos a su nivel máximo al mediodía, alcanzando el punto mínimo
durante la noche.
La vida
es el resultado del doble proceso de nutrición y eliminación, por tanto,
simplificando el primero se activará el segundo. Durante el ayuno el cuerpo no
deja de alimentarse, sino que se alimenta de las propias reservas de nutrientes
almacenadas incluso desde hace años en nuestro cuerpo. Es el exceso de materias
tóxicas lo que produce debilidad al organismo, su eliminación incrementará la
capacidad digestiva y permitirá la fácil asimilación de los futuros nutrientes,
rejuveneciendo las células, tejidos y órganos del cuerpo, permitiendo la
conservación, recanalización y activación de la energía vital.
El ayuno
es un tiempo de eliminación, de limpieza de las sustancias de desecho y
residuos tóxicos acumulados. Remueve del cuerpo lo inservible o perjudicial y
dirige todas las fuerzas del organismo al proceso de eliminación, produciendo
una lisis o destrucción de los tejidos malsanos, cuidando los órganos más
vitales. El descanso alimenticio favorece la recuperación del aparato
digestivo, tanto en su conducto como en las glándulas adyacentes: el hígado, el
páncreas y el bazo.
Pero la
limpieza del interior de nuestro cuerpo no sólo se produce a nivel físico, sino
que con el ayuno la percepción del mundo se agudiza, despierta la sensibilidad
y los sentidos, con una mejoría de la capacidad de ver, escuchar, oler y
gustar.
Algo
similar ocurre con nuestro estado mental, los pensamientos se ralentizan, se
expande la consciencia, desapareciendo la falsa no existencia para ser
reemplazada por la verdadera existencia.
La falta
de salud y el desequilibrio emocional o espiritual aparecen cuando el alma
entra en conflicto con el nafs. Pero Allah nos creó con poderosas herramientas:
mente, inspiración, razón, inteligencia e intuición, ya
“Que en verdad creamos
al hombre en la mejor armonía” (Sura de los higos 95:4)
“Y te preguntarán acerca del espíritu,
di: El espíritu procede del mandato de mi Señor…” ( Sura del viaje nocturno 17, 85)
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