martes, 22 de marzo de 2016

Grandes mujeres en la historia del Islam: Un legado olvidado

 Cuando el llanto de un recién nacido sonaba en un casa de Meca, el padre sentía una sensación de desconcierto bajar por su espalda, especialmente cuando se le anunciaba que era una niña. No podía imaginar un destino peor.
Se esconde de la gente a causa del mal de lo que se le anunció pensando si se quedará con ello a pesar de la vergüenza o lo enterrará. ¿Acaso no es malo lo que juzgan? (La Abeja, 16:59)

Por lo que se escurre en la oscuridad para enterrar a su hija en una tumba para no volverla a ver ni escuchar nunca más. Esto era la sociedad de Arabia antes del 621 DC, en la cual pensaban que a una niña recién nacida no merecía la pena mantenerla con vida. E incluso si vivía, llevaría una vida sin oportunidades. Entonces, en el año del elefante, llegó Muhammad, que la paz sea con él, como una misericordia para todos los mundos y una luz para la humanidad. Hizo que los hombres se dieran cuenta de que tenían que temer un día en el que “Cuando la niña enterrada viva sea preguntada por qué crimen la mataron [Alude a la práctica de la ignorancia anterior al Islam por la que algunos árabes enterraban vivas a sus hijas al nacer.] y en este día, todo aquel que perpetró este mal, tendrá que rendir cuentas por ello”. (El Arrollamiento, 81:8-9)

Islam llegó como una guía para toda la humanidad y como un catalizador en la vida de las mujeres, transformando su situación de la noche a la mañana. Los derechos de la mujer, un concepto que nunca antes se había escuchado, ni siquiera pensado, se estaba imponiendo y protegiendo. De ser una simple mercancía en las casas, las mujeres pasaron a tener dignidad y voz.
El Profeta, que la paz sea con él, enseñó que no hay diferencia en la valía de los creyentes debido a su sexo. Ambos tienen los mismos derechos y obligaciones de aprender y enseñar. Las mujeres tiene las misma responsabilidad que los hombres par alejarse a ellas y a otros del mal y encomendarse a ellas y a otros hacer el bien. El Islam ha puesto el paraíso bajo sus pies como madres; son la razón por la que padres entren en el jardín y un parte tan integral de la creencia de un marido que sin honrarlas, su fe no está completa. Fue a través de esta recién adquirido posición que las mujeres se elevaron y dejaron su marca en la historia, de tal manera que no se quedasen fuera cuando se recordarse la grandeza del Islam.
Las mujeres musulmanes contribuyeron al legado del Islam como eruditas, juristas, gobernadoras, benefactoras, guerreras, mujeres de negocios, expertas legales, etc. El hogar del Profeta era lo que todos los compañeros tomaban como ejemplo  y guía. Su esposa Jadiya, quien era su compañera y confidente, fue una exitosa mujer de negocios que le apoyó moral y financieramente cuando se le hizo Profeta; Aisha bint Abu Bakr transmitió grandes cantidades de conocimiento de él y se convirtió en un gran jurista y erudita; El consejo de Umm Salama fue aceptado por el mismo profeta en el momento del tratado de Hudaibiyyah; Hafsa, la hija de Umar ibn Al-Jattab fue la primera persona en quien se confió el Corán escrito cuando murió su padre.

La contribución de las mujeres a la preservación del hadith ha sido de gran importancia. Un estudio de los textos de hadith nos indica que la mayoría de los primeros recopiladores de hadith recibieron muchos de ellos de mujeres como transmisoras directas. Ibn Hajar estudió bajo 53 mujeres diferentes, As-Sajawi recibió iyazas (licencias de enseñanza) de 68 mujeres y As-Suyuti tuvo más de 33 maestras, un cuarto de todos sus maestros.

En el siglo cuarto tenemos a Fatima bint Abdur-Rahman, comocida como as-sufiyyah, por su devoción; Fatima, la nieta de Abu Dawud, recopilador del Sunan; Amat al-Wahid, la nieta del distinguido jurista al-Muhamili; Umm al-Fath Amat as-Salam, la hija del juez Abu Bakr Ahmad; Jumuah bin Ahmad, cuyas clases eran atendidas por reverenciales audiencias. Todas ellas jugaron un papel importante en su tiempo.

Fathima bint al-Hasan ibn Ali Ad-Daqqaq al-Qushayri fue una gran erudita del siglo quinto y sexto, quien era conocida no solo por su devoción y su maestría con la caligrafía, sino también por su conocimiento de los hadith y por la calidad de sus isnads (cadenas de transmisión). Karimah al-Marwaziyyah fue considerada una de las mayores autoridades de Sahih al Bujari en su tiempo; Abu Dharr de Herat, uno de los eruditos más prominentes de ese tiempo le daba tanta importancia a su autoridad en Sahih de Al Bujari, que recomendaba a sus estudiantes no estudiarlo de nadie más que de ella por la calidad de su erudición. Entre sus estudiantes se encontraron Al-Jatib al-Baghdadi y Al-Humaydi.

Fatima-bint-Muhammad, conocida como as Shahdah, la escritora, recibió el honrado título de Musnida Asfahan (la gran autoridad en Hadith de Asfahan). Fundó un centro de espiritualidad que su marido dotó generosamente. Sus clases de Sahih al Bujari eran atendidas por multitudinarias audiencias y muchos incluso clamaban falsamente haber sido sus discípulos.
Sitt al-Wuzra fue otra conocida autoridad de del Sahih al Bujari, quien, además de ser una gran erudita en jurisprudencia islámica, daba clases de Al Bujari en Damasco y Egipto. De igual forma, Umm al-Khayr Amat al-Khaliq, fue considerada la última gran erudita del Hadith en el Hiyaz.

En el siglo séptimo en Damasco encontramos a Umm al-Darda, una importante jurista entre cuyos estudiantes se encontraba Abdul Malik ibn Marwan, el Califa en aquel momento; solía enseñar ahadithy fiqh en la mezquita. Ilyas-ibn-Mu’awiyah, un importante erudito de aquel tiempo y juez de mérito indisputado, la consideraba superior a todos los demás eruditos del hadith en su tiempo.
Aisha bint Sa’ad bin Abi Waqqas fue una jurista y erudita, maestra del conocido erudito Imam Malik, el fundador de la escuela de jurisprudencia maliki. Sayyida Nafisa, la nieta del Profeta e hija de Hassan bin Ali bin Abu Talib, fue una conocida maestra de jurisprudencia cuyos estudiantes viajaban de sitios lejanos, siendo uno de ellos Imam Shafi’, famoso erudito y fundador de la escuela de jurisprudencia Shafi’. Fue ella la que cubrió los gastos de su educación.
Las Sabias musulmanas que dan clase a hombres como mujeres: una tradición que nos viene de la época del Profeta y de su esposa Aisha, que fue una de las grandes juristas y Sabias del Islam.
Ashifa bint Abdullah fue la primera mujer musulmana nombrada encargada e inspectora del mercado por el Califa Umar Ibn al-Jattab. Amra bint Abdurrahman fue una de las grandes eruditas del siglo octavo siendo jurista, Mufti y erudita del hadith. El el tiempo del Califa Umar se la consideraba una gran autoridad en las tradiciones transmitidas por Aisha, la esposa del Profeta, que la paz sea con él; entre sus estudiantes se encontraban Abu Bakr ibn Hazim, el conocido juez de Medina a quien el califa Umar ibn Abdul Aziz ordenó que recogiera todos los hadices transmitidos por ella.

Aisha bint Muhammad ibn Abdul Hadi fue una erudita de Damasco quien enseñó a mucho conocidos eruditos y que poseía la cadena de transmisión más corta hasta el Profeta Muhammad, que la paz sea con él. Fue maestra de Ibn Hajr al Asqalani, el mayor erudito de su tiempo. Fatima al-Batayahiyyah fue una distinguida mujer de edad avanzada que enseñaba el Sahih al-Bujari durante días seguidos en la misma mezquita del Profeta.

Universidad al-Qarawiyyin

En el siglo noveno encontramos a Fatima al-Fihriyya, en Fez, Marruecos, quien fundó la mezquita, y primera universidad del mundo, al-Qarawiyyin.
Esta fue establecida en el año 859 y fue a través de ella que se extendió el uso de los números árabes en Europa. La universidad adjunta a la mezquita es la primera universidad y la más antigua que sigue en funcionamiento. Los estudiantes acudían de todas partes del mundo para estudiar ciencias, lenguas y estudios islámicos.

Fatima de Córdoba fue una bibliotecaria de siglo diez quien supervisaba setenta bibliotecas con más de cuatrocientos mil libros, cuando las bibliotecas más avanzadas en europa en ese momento tenían algunos cientos, con suerte. En el siglo once encontramos Banafshaa’ ar-Rumiyya, quien restauraba escuelas, puentes y casas para los pobres en Bagdad.

Después de ellas podemos mencionar a Abidah al-Madaniyya, Abdah bint Bishr, Umm Umar Ath-Thaqafiyyah, Zaynab, la niet de Ali ibn Abdullah ibn Abbas, Nafisah bint al-Hassan ibn Ziyad, Khadijah Umm Muhammad, Abdah bint Abdar Rahman y muchas otras mujeres que sobresalieron dando clases públicas sobre Hadiths. Abidah comenzó siendo una esclava de Muhammad ibn Yazid. Aprendió un gran número de hadith y relató cerca de 10.000 hadith de la autoridad de sus maestro, Madani.
Cuando fue entregada por su señor a Habib Dahhun, el gran erudito de los hadith de España, en una visita a Jerusalem, este quedó tan impresionado por su conocimiento que la liberó, se casó con ella y se fueron a de vuelta a Andalucía.

Zaynab bint Sulaiman, al contrario que Abidah, fue una princesa. Su padre fue un primo de As-Saffah, el fundador de la dinastía Abasida, y fue gobernador de Basrah, Oman y Bahrain durante el califato de Al-Mansur. Zaynab recibió una cuidada educación y adquirió maestría en los hadith ganándose un gran reputación como una de las eruditas más importantes de su tiempo, muchos hombres importantes acudían a sus clases.

En el siglo doce tenemos a Shuhadah bint Ahmad al-Ibrii, quien estudió en Bagdad con conocidos eruditos del hadith y se convirtió en una gran erudita y jurisprudente. Era conocida como el ‘orgullo de las mujeres’. Zainab bint Kamal enseñó más de 400 libros de hadiths en algunas de las más prestigiosas instituciones académicas de Damasco y mostraba tanta que se ganaba el corazón de todos los estudiantes. También podemos ver a Fathima bint Muhammad al-Samarqandi, una jurista que aconsejaba a su famoso marido sobre los fatwas. Más recientemente, el el siglo diecinueve encontramos a Nana Asma’u de Nigeria; una poeta, maestra, erudita y consejera de su padre, el famoso Usman Dan Fodio.

Algunas mujeres que sobresalen como gobernadoras son: Arwa al-Sulayhi, una mujer Yemení del siglo once quien gobernó durante setenta y siete años y que era conocida como “La noble dama” y Sultana Shajarat al-Durr, quien tomó control de Egipto tras la muerte de su marido en el siglo trece.

Dhayfa Jatún, la sobrina y nuera de Salah Al-Din al-Ayyubi, tras la muerte de su hijo, el rey Abdul Aziz, se hizo reina de Alepo y gobernó durante 4 años. Durante su reinado se enfrentó a las amenazas de los cruzados, Khuarzmain, los mogoles y los selyúcidas. Además de su papel político y social, también apoyó la educación en Aleppo, donde fundó dos escuelas.

Sitt al-Mulk fue una princesa Fatimí de Egipto, cuyas conocidas dotes administrativa estaban de acuerdo con las leyes islámicas.
La reina Zubayda, esposa del califa del siglo noveno, Harun Ar-Rashid, es famosa por sus contribuciones generosas a construir recursos para obtener agua y casas para los peregrinos en las mayores rutas hacia Meca. Fue una intelectual que expresaba sus opiniones políticas en público y que patrocinaba a poetas y escritores, aunque no fuesen musulmanes, eruditos religiosos y a los necesitados. El famoso pozo de Zubayda, en las afueras de Meca, todavía lleva su nombre.

En India encontramos a Razia Sultana, la única mujer que ocupó el trono de Delhi durante cuatro años en el siglo trece. Firishta, un historiador del siglo veinte escribió: “Razia era mejor que veinte hijos”.
Hurrem Sultán, también conocida como Roxelana, fue capturada como prisionera en el siglo dieciséis en las campanas de Crimea durante el reinado de Yazuz Sultan Salim, llevada al palacio otomano y presentada a Sultan Sulaiman, quien más adelantes de casó con ella. Fue la fundadora de una gran número de instituciones entre las que se incluyen el complejo de una mezquita que cuenta con una madrasa, una cocina pública, uno hammams para hombres y mujeres, dos escuelas y un hospital para mujeres. También construyó cuatro escuelas en Meca y una mezquita en Jerusalén.

La educación de las niñas: una orden que enfatizó el Profeta Muhammad 
 Amina fue la reina de Zazzua, una provincia de Nigeria, en el siglo dieciséis. Cuando tenía dieciséis años se convirtió en la heredera aparente de su madre. Amina eligió aprender las artes militares y se convirtió en la líder de la caballería zazzua. Durante su reinado, que duró 34 años, expandió su territorio hasta los máximos límites que llegó a alcanzar. Se centró principalmente en que los gobernadores locales aceptasen el status de vasallos y permitiesen el paso seguro de los comerciantes Hausa. Se le atribuye el mérito de construir fortificaciones de tierra, características de los Hausa. Muchos de los pueblos y ciudades crecieron gracias a estas murallas, que aún hoy son conocidas como las murallas de Amina.
Hubo una familia de mujeres que gobernó Bophal entre 1819 y 1924, la última gobernadora fue Begum Kaikhursau Jahan. Esta familia era conocida por haber mejorado la líneas de tren, los sistemas de agua, el sistema postal y la líneas de transporte con la vecindad.
Las mujeres musulmanas también se aseguraban de dejar una legado intelectual y académico. Sutayta al-Mahamili fue una matemática que vivió en la segunda mitad del siglo diez y procedía de una familia educada en Baghdad. Sobresalió en muchos campos, como la literatura, el hadiz o la jurisprudencia. Inventó soluciones para muchas ecuaciones que han sido usadas por otros matemáticos y que muestran su aptitud para el álgebra. Fue alabada por historiadores como Ibn al-Jawzi, Ibn al-Jatib and Ibn Kazir.
Labana de Córdoba vivió en el siglo diez en España y era una experta en las matemáticas, pudiendo resolver los más complejos problemas geométricos y de álgebra conocidos en aquel tiempo. Trabajó como la secretaria personal del califa Omeya Al Hakam Segundo.

Aisha, hija del príncipe Ahmed de Al Andalus, quien vivió en el siglo once, sobresalió en la rima y la oratoria. Sus versos causaban entusiasmo en los serios poetas cordobeses y su biblioteca era una de las mejores y más completas del reino.
Wallada, una princesa almohade durante el siglo once, era conocida por su conocimiento de la poesía y la retórica y por sus conversaciones, extraordinarias en cuanto profundidad y originalidad. En las competiciones académicas de Córdoba, la capital que atraía a los más sabios y elocuentes de la Península Ibérica, nunca fallaba en superar, en la prosa y la composición poética, a todos sus competidores.

Al Ghazaniya y Safiyya, las dos sevillanas, eran conocidas por sus genio poético y oratorio en el siglo once. Safia además era única en la perfección y belleza de su caligrafía.
Miriam, la hija de Al-Faisuli, era conocida por sus logros literarios en todo Al Andalus, su agudo ingenio y la sátira de sus epigramas no tenía comparación a finales del siglo once.

En el arte de la caligrafía hay un nombre que surge una y otra vez, el de Thana, una sirviente en la casa de Ibn-Qayyuma. Ibn Qayyuma era el tutor de uno de los hijos del Califa Mansur, en el siglo dieciocho. Una de los dos que mandó a aprender bajo el mejor calígrafo de su tiempo, Ishaq bint-Hamad, fue Thana, cuyos pupilos dicen que ‘escribió los manuscritos de medidas originales, que no han vuelto a ser igualados’.

Umm-al-Sa’d, en el siglo once era conocida por sus familiaridad con las tradiciones islámicas. Al Fihrist-ibn-al-Nadim, un historiador del siglo dieciocho, nombra a muchas mujeres con múltiples habilidades. Dos de ellas eran expertas en la gramática, una muy respetada rama de conocimiento relacionada con el uso correcto y completo de la lengua árabe. Una de ellas, en el siglo once, procedente de ‘las tribus’ era una experta en los dialectos del árabe. Otra conocía las leyendas tribales y los coloquialismos; una tercera escribió un libro titulado ‘Formas raras y fuentes de los verbos’. En un campo diferente, Arwa escribió un libro sobre ‘sermones, moral y sabiduría’.
Rasa, un mujer india, fue la autora de un libro sobre el trato médico y cuidado de las mujeres, el libro sigue estando disponible entre los libros de medicina en árabe. Mariyah-al-Qibtiyyah, que era egipcia, escribió sobre la alquimia en el siglo siete.
Al Ijiliyyah bint al-Ijili al-Asturlabi, siguió el curso de su padre, sobre quien está nombrado el astrolabio, en Alepo, y trabajó en la corte de Sayf-ad-Dawla, uno de los poderoso gobernadores Hamdanin en el norte de Siria.
La Sharia requiere que los musulmanes se preocupen por todas las esferas de la sociedad. Con la llegada del Islam la mujeres pudieron empezar a trabajar como médicos tratando a hombres y mujeres, especialmente en el campo de batalla.
El honor de ser la primera enfermera lo tuvo Rufayda bint Sa’ad al-Aslamiyya, quien vivió en el mismo tiempo del Profeta. Ayudó a curar y tratar a los heridos en la batalla de Badr, el 13 de marzo del 625. Aprendió la mayoría de sus habilidades de ayudar a su padre, Sa’ad al-Aslami, quien también era médico.

Al Shifa bint Abdulla al-Quraishiyya al-Adawiyah fue una de las mujeres sabias de su tiempo. Estuvo involucrada en los asuntos de la administración pública y también era médico. Su nombre era Layla, pero recibió el apodo de ‘Al-Shifa’ que significa ‘la que cura’.
Nusayba bint Ka’ab al-Mazneya, puso en práctica sus conocimiento en la batalla de Uhud; Umm-e-Sinan Al-Islami pidió el permiso del Profeta para salir al campo de batalla a ayudar a los heridos y a llevarles agua; Umm Warqa bint Harith, quien participó en la recopilación del Corán, también ayudó en la batalla de Badr.
Nudaybah bint al-Harith, también conocida como Umm al-Athia, ayudaba con los heridos en las batallas y proveía a los soldados con agua, alimentos y primero auxilios; incluso hacía circuncisiones.

El relato más cercano de una erudita actual, que dedicó su vida al Islam, es el de Zainab al-Ghazali. Nació en 1917 en Egipto y estuvo relacionada al principio con lo Hermanos Musulmanes. Su padre la animó a convertirse en una líder islámica citando el ejemplo de Nusayba bint Ka’ab al Muzaniyya, una mujer que luchó junto al profeta en la batalla de Uhud. A la edad de diecinueve años fundó la Jama’at al-Sayyidat al-Muslimaat (Asociación de mujeres musulmanas) que contaba con tres millones de miembros cuando fue disuelta por el gobierno en 1964. Hasan al-Banna la invitó a unir su asociación con su movimiento de los Hermanos Musulmanes, oferta que rechazó para mantener su autonomía. Sus clases semanales atraían a cerca de cinco mil personas. Además de ofrecer clases a las mujeres, la asociación tenía un orfanato, asistía a familias pobres, mediaba en disputas familiares y tenía un publicación. Pasó una larga temporada en la carcel en la que fue sometida a numerosas dificultades y escribió un libro que fue traducido al inglés como ‘El retorno de la faraona’. Murió en 3 de agosto de 2005 con 88 años.

El Dr. Akram Nadwi, autor de una obra de 40 volúmenes sobre la mujeres eruditas en el Islam, Al-Muhaddizat, en su investigación sacó a la luz muchas eruditas y sus logros que en muchos casos están hoy olvidadas. Su visión era que el énfasis actual en la sumisión de la mujer en algunos países de mayoría musulmana, ha hecho muy importante buscar las referencias históricas reales del verdadero lugar de la mujer en el Islam. Tal y como escribe:

“En un principio creí que habría unas 30 o 40 mujeres, pero a medida que la investigación continuaba, la cuenta seguía aumentando hasta que me di cuenta de que tenía no menos de 8,000 notas biográficas de mujeres que habían jugado un papel importante en la preservación y avance de las tradiciones y ciencias islámicas desde el tiempo del Profeta, que la paz sea con él. Estas mujeres no eran, ni mucho menos, mediocres en comparación con los hombres, y de hecho, muchas excedieron a sus contemporáneos masculinos. Estas eran mujeres excepcionales que no solo participaban en la sociedad, sino que ayudan a que esta se reformase. Una de las cosas más impactantes era su calibre intelectual y el reconocimiento que recibieron por ello”.

Autora: Zainab Aliyah ​

Traducido y editado por Truth Seeker