viernes, 18 de septiembre de 2015

Tipos de castigo en la tumba

El tormento de la tumba variará de acuerdo a los pecados cometidos por la persona en este mundo, ya sea una persona incrédula o un creyente desobediente. Hay reportes auténticos que describen los tormentos que sufrirán las personas por algunos pecados, por ejemplo:

– Ser golpeado con un martillo de hierro:

Se narró de Anas (que Dios esté complacido con él) que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Cuando una persona es colocada en su tumba y sus compañeros la dejan, y ya no puede escuchar el sonido de sus sandalias, dos ángeles llegan a él y lo hacen sentar, y le preguntan: “¿Qué es lo que has dicho acerca del Mensajero de Dios?”. Él responderá: “Doy testimonio que él es el siervo de Dios y Su mensajero”. Le responderán: “Mira, aquel era tu lugar en el Infierno, pero Dios te lo ha reemplazado por un lugar en el Paraíso”. Y él verá ambos lugares.

Pero en el caso del incrédulo y el hipócrita, él responderá a esta pregunta: “Yo no sé, sólo repetía lo que la gente decía”. Le responderán: “No sabías y no seguiste a los que sabían”. Entonces será golpeado con un martillo de hierro entre sus oídos, y soltará un grito que todos los que estén alrededor de él podrán oír, además de los hombres y los genios”. Narrado por al-Bujari, 1222.

- Los hornos del Infierno serán preparados para él; será vestido con fuego, y una puerta del Infierno se abrirá para que entre. Su tumba se estrechará alrededor suyo; será golpeado con un gran martillo de tal forma que si una montaña fuera golpeada con él quedaría hecha polvo. Y se le darán las tristes noticias de su tormento en el Más Allá. Por eso él deseará que La Hora (el Día del Juicio) nunca llegue.

Áhmed (17803) y Abu Dawud (4753) compilaron un reporte de Al-Bará' Ibn ‘Aazib según el cual dijo: “Salimos con el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) para el funeral de un hombre entre los musulmanes de Medina. Llegamos a la tumba y cuando el fallecido fue colocado en ella, el Mensajero de Dios se sentó y nosotros nos sentamos alrededor de él, como si hubieran pájaros sobre nuestras cabezas (es decir, tranquilos y en silencio). En su mano tenía una vara con la cual estaba escarbando el suelo. Entonces levantó su cabeza y dijo: “Busquen refugio en Dios del tormento de la tumba”, y lo dijo dos o tres veces. Luego él mencionó el alma del creyente y cómo era bendecida en la tumba. Y luego dijo: “Y cuando el incrédulo está por partir de este mundo e ingresar en el Más Allá, descienden de los cielos hacia él ángeles con el rostro negro, trayendo un saco de arpillera, y se sientan alrededor de él hasta donde el ojo puede ver. Luego el ángel de la muerte llega y se sienta a su cabeza, y dice: “Oh, alma malvada, ven a conocer la ira de Dios”. Entonces su alma se dispersa dentro de su cuerpo, y sale desgarrando las venas y los nervios como un abrojo pasando a través de la lana. Cuando el ángel de la muerte lo arrebata de su cuerpo, los demás ángeles no lo dejan en su mano ni un instante y lo toman y lo colocan en la bolsa de arpillera, y sale de ella un hedor tan funesto como el de un cadáver descomponiéndose sobre el suelo. Luego ascienden y cada vez que pasan cerca de otro grupo de ángeles preguntan: “¿Quién es esta alma malvada?” y le responden: “Es fulano de tal, hijo de fulano de tal”, y es llamado por los peores nombres con los que fue conocido en este mundo, hasta que llegan a la parte más baja del cielo. Ellos piden que se abran las puertas, pero no les serán abiertas”. Luego el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) recitó el verso (traducción del significado):

“A quienes hayan desmentido Nuestros signos y se hayan ensoberbecido no se les abrirán las puertas del cielo ni entrarán en el Paraíso hasta que un camello pase por el ojo de la aguja. Así castigamos a los pecadores” (Al-A’ráf, 7:40).

Y luego dijo: “Luego Dios dice: “Registren el libro de mi servidor en As-Siyyín en la parte más baja de la Tierra, y regrésenlo a él a la Tierra porque de ella lo he creado, a ella retornarán y de ella los traeré nuevamente”. Entonces su alma será arrojada al fondo”. Luego el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) recitó el verso (traducción del significado):

“Quien atribuye copartícipes a Dios es como quien se cae del cielo y lo arrastran las aves o el viento a un lugar lejano” (Al-Hách, 22:31).

Luego dijo: “Luego esta alma retorna a su cuerpo, y llegan a él dos ángeles que lo hacen sentar y le preguntan: “¿Quién es tu Señor?”. Él responde: “Eh, eh, no sé”. Ellos le preguntan: “¿Cuál es tu religión?”. Él dice: “Eh, no sé”. Entonces se oye una voz desde los cielos que dice: “Preparen para él una cama en el Infierno; vístanlo con ropas del Infierno y abran allí una puerta para él”. Luego llega hasta allí un viento que trae algo de su calor, y su tumba se estrecha y se comprime hasta que sus costillas se quiebran. Luego llega a él un hombre con un rostro horrible, feas vestimentas y un olor hediondo, quien le dice: “Recibe las malas nuevas, este es el día que se te había prometido”. Él pregunta: “¿Quién eres tú? Tu rostro es un preludio del mal”. Él responde: “Yo soy tus obras”. Entonces el alma dice: “Oh, Señor, no permitas que La Hora llegue, no permitas que llegue…”. Este reporte fue clasificado como auténtico por al-Albani en Ahkám al-Yaná'iz, página 156.

- Ser tragado por la tierra.

Se narró de Ibn ‘Umar que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Mientras un hombre estaba arrastrando sus vestimentas con orgullo, la tierra se lo tragó y continuará hundiéndose en la tierra hasta el Día de la Resurrección”. Narrado por al-Bujari, 5345; Muslim, 3894.

- La comisura de la boca será doblada hasta la nuca.

- La cabeza será aplastada con una roca.

- Será quemado en un horno.

- Nadará en un río de sangre mientras es apedreado.

Al-Bujari (1386, 7047) narró que Samurah Ibn Yundub dijo: “El Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) a menudo solía preguntar a sus compañeros: “¿Alguien tuvo algún sueño?”. Entonces aquéllos a quienes Dios había concedido algunos llegaban y le contaban. Una mañana él dijo: “La última noche, dos personas vinieron a mí en un sueño, me despertaron y me dijeron “Vamos”. Salí con ellos y pasamos por donde había un hombre que yacía recostado, y otro hombre estaba sobre él, sosteniendo una gran roca. Arrojó la roca sobre la cabeza del hombre, destrozándola. La roca se alejó rodando, y el hombre que la había arrojado fue a buscarla y la recogió nuevamente. Para cuando se colocó nuevamente sobre el hombre que yacía en el piso, su cabeza se había restaurado a su forma original. Entonces el hombre que estaba sobre él repitió el acto; arrojó la roca sobre su cabeza, y la destrozó, tal como lo había hecho un minuto antes. Le dije a mis dos compañeros, “¡por Dios! ¿Quiénes son estas personas?”. Ellos simplemente me dijeron “Vamos, continuemos”. Entonces continuamos, y llegamos adonde había un hombre, que yacía sobre su espalda, y otro hombre estaba sobre él sosteniendo un gancho de hierro. Él colocó el gancho en la boca del hombre, jaló hacia atrás y la desgarró hasta la nuca, e hizo lo mismo con su nariz y su ojo de una forma similar. Luego hizo lo mismo pero del otro lado de su rostro. Tan pronto como había terminado con el otro lado de su rostro, el primer lado de su rostro se había restaurado, y entonces continuó con el otro lado. Volví a preguntarle a mis compañeros: “Por Dios, ¿quiénes son estas personas?”. Ellos me respondieron: “Vamos, continuemos”. Continuamos caminando y llegamos a un lugar parecido a un horno para cocinar pan (creo recordar que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo que del horno salían muchos ruidos y voces. Luego continuó diciendo): “Miramos dentro del horno y vi hombres y mujeres desnudos. Una llama de fuego los alcanzaba por debajo, y ellos gritaban. Pregunté nuevamente “¿Quiénes son estas personas?”. Ellos simplemente me dijeron: “Continuemos”. Entonces llegamos a un río, rojo como sangre. En el río había un hombre tratando de nadar, y en la orilla había otro hombre que había reunido muchas piedras. El nadador abrió su boca y el hombre de la orilla le arrojó una piedra en ella. Cada vez que el nadador se acercaba a la orilla y abría su boca, el hombre de la orilla le arrojaba una piedra en la boca. Les pregunté nuevamente a mis dos compañeros “¿Y quiénes son estos dos?”. Ellos me dijeron “¡Vamos, vamos!”.

Les dije: “Esta noche he visto muchas cosas increíbles, ¿Qué significa todo esto?”. Ellos dijeron: “Te lo diremos. El primer hombre que vimos cuya cabeza estaba siendo aplastada con una roca, es el musulmán que estudió El Corán pero ni lo recitó ni actuó en base a él, y se iba a dormir descuidando sus oraciones obligatorias. El hombre que vimos cuya boca, nariz y ojos eran desgarrados hasta su nuca, es el hombre que salía de su casa por la mañana y difundía grandes mentiras. Los hombres y mujeres desnudos que vimos en la estructura parecida a un horno son los adúlteros y las adúlteras. El hombre que viste nadando en el río al que se le arrojaban rocas en su boca, era el que vivía de la usura”.

Al-Háfiz ibn Háyar dijo:

“Esto indica que algunos pecadores serán castigados en el intervalo entre la muerte y el Día de la Resurrección (Barzáj)”. Fáth al-Bári, 12/445.

- Los objetos robados serán incendiados y colocados sobre quien los robó.

Al-Bujar (4224) y Muslim (115) narraron que Abu Hurairah dijo: “Salimos con el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) hacia Jaibar, y Dios nos concedió la victoria. Regresamos con un botín de guerra. No había oro ni plata en él, pero sí bienes, alimento y ropas. Entonces nos instalamos en un valle. Cerca del Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) había un esclavo llamado Rifá’ah ibn Zaid. Cuando acampamos en el valle, el esclavo se puso de pie y comenzó a desempacar su equipaje, pero una flecha perdida cayó sobre él y lo mató. Nosotros le dijimos al Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él): “Él es ahora un mártir, Mensajero de Dios”. El Mensajero de Dios dijo: “De ninguna manera; por Aquél en Cuya mano está mi alma, que la pequeña vestimenta que él robó del botín en el día de Jaibar y que no era parte de lo que le tocaba, está incendiada y colocada sobre él”. La gente quedó muy perturbada por esto. Entonces un hombre llegó y trajo dos cordones de zapatos y dijo: “Oh, Mensajero de Dios, yo los encontré en el día de Jaibar”. El Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Dos cordones de fuego”.

-  Junto con estos tormentos físicos, habrá también castigos mentales y espirituales. Uno de ellos es que en la tumba al incrédulo se le mostrará el lugar que estaba destinado para él en el Paraíso si obedecía a Dios, y esto incrementará su angustia y arrepentimiento cuando se dé cuenta de lo que ha perdido.

Áhmed (que Allah tenga misericordia de él) narró que Abu Sa’íd al-Judri (10577) dijo: “Yo fui a un funeral con el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y él le dijo a la gente: “¡Oh, gente! Esta comunidad será probada en las tumbas. Cuando un hombre es enterrado y sus compañeros lo dejan, un ángel con un martillo en su mano llega y se sienta ante él, y le pregunta: “¿Qué opinas de Muhámmad?”. Si es un creyente, responde: “Doy testimonio de que no hay más divinidad que Dios y que él es Su servidor y Mensajero”. El ángel responde: “Has dicho la verdad”. Entonces una puerta del Infierno se abre ante él y el ángel le dice: “Este habría sido tu lugar si hubieras descreído de Dios. Pero como has creído en Él, éste es tu lugar”. Entonces una puerta al Paraíso se abre ante él y él querrá ir allí, pero el ángel le dirá: “Tranquilo”. Y su tumba será un lugar espacioso y apacible.

Pero si la persona es un incrédulo o un hipócrita, el ángel le preguntará: “¿Qué opinas de Muhámmad?”, él responderá: “No sé, sólo repetí lo que la gente decía”. El ángel le dirá: “No sabías y no seguiste a quienes sabían, entonces no fuiste guiado”. Entonces ante él se abrirá una puerta del Paraíso, y el ángel le dirá: “Este habría sido tu lugar en el Paraíso si hubieras creído en Dios, pero has sido un incrédulo, y Dios lo reemplazó por éste”. Entonces se abrirá una puerta del Infierno para él, y el ángel lo golpeará con el martillo y la persona lanzará un grito que será oído por toda la creación además de la humanidad y los genios”.

Algunas personas le dijeron: “Oh, Mensajero de Dios, cualquier persona que tenga enfrente a un ángel con un martillo en la mano se sentirá intimidada y se le trabará la lengua”. El Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) respondió: “Dios le dará firmeza a los creyentes al hablar (Ibrahím, 14:27)”. Clasificado como auténtico por al-Albani en su comentario sobre el Libro de las Tradiciones (Kitab as-Súnnah), por Ibn Abi ‘Aasim, 865.


Estos son algunos de los castigos que sucederán a los pecadores en las tumbas. Le pedimos a Dios que nos conceda el refugio de todos los castigos de la tumba.

martes, 1 de septiembre de 2015

La historia de la gente del foso, el mago, el monje y el joven

Suhayb relató que el Mensajero de Allah (sallalahu aleihi wasalam) dijo: «Había un rey entre quienes os precedieron que tenía un mago. Cuando éste envejeció le dijo al rey: ‘He envejecido, envíame a un joven para que le enseñe la magia’. Y entonces le envió un joven para que le enseñase. Cuando iba por el camino se encontró con un monje, se sentó con él, escuchó su conversación y le asombró. Y así, cada vez que iba a ver al mago, pasaba junto el monje y se sentaba con él. Cuando llegaba ante el mago éste lo golpeaba (por su tardanza). Se quejó de ello al monje y éste le dijo: ‘Cuando temas (la reprimenda) del mago dile: ‘Es mi familia la que me ha retrasado’, y cuando temas de tu familia diles: ‘Es el mago el que me ha retrasado». Y así hacía, cuando un día llegó una bestia enorme y bloqueó el paso de la gente. El joven se dijo: ‘¡Hoy sabré quien es superior, si el mago o el monje!’.

Tomó una piedra y dijo: ‘¡Oh Allah!, si el asunto (1) del monje es más amado para Ti que el del mago, mata a esta bestia para que la gente pueda pasar’.
Y arrojó la piedra y la mató, y así la gente pasó.
Fue a ver al monje y le contó. Éste le dijo: ‘¡Hijito mío!, hoy tú eres superior a mí. Has alcanzado en este camino mío algo que no poseo, y ciertamente serás probado. Si eres puesto a prueba no los guíes hacia mí. Y el joven comenzó a sanar a los ciegos y a los leprosos y a curar a la gente de otras enfermedades. Cuando un cortesano del rey, que se había quedado ciego, supo de él fue a verlo con numerosos regalos y le dijo: ‘Todo esto será tuyo si me curas’. Pero el joven le contestó:

‘Yo no curo a nadie, es Allah El que cura. Si tú crees en Allah yo Le rogaré para que te cure’. Y él creyó en Allah y Allah lo curó. Volvió con el rey y se sentó donde solía hacerlo. Entonces el rey le preguntó: ‘
¿Quién te devolvió la vista?’ Dijo: ‘Mi Señor’. Replicó: ‘¿Es que tú tienes otro Señor que no sea yo?’
Dijo: ‘Mi Señor y tu Señor es Allah’. Entonces lo encarceló y lo torturó hasta que lo guió al joven. Lo trajeron y el rey le dijo: ‘¡Hijito mío!, me han comentado sobre tu (excelente) magia, que curas a los ciegos, a los leprosos y que haces esto y aquello’.

Dijo: ‘Yo no curo a nadie, es Allah el que cura’. Entonces lo encarceló y lo torturó hasta que lo guió al monje.
Fue traído el monje y se le dijo: ‘¡Renuncia a tu religión!’. Pero él se negó. Entonces pidió una sierra y poniéndosela en la mitad de la cabeza se la partió hasta que cayeron ambas mitades. Luego hizo traer al cortesano y le dijeron: ‘¡Renuncia a tu religión!’. Pero se negó.

Pidió nuevamente la sierra y poniéndosela en la mitad de la cabeza se la partió hasta que cayeron ambas mitades. Luego hizo traer al joven, y se le dijo: ‘¡Renuncia a tu religión!’.
Pero él se negó. Entonces lo entregó a un grupo de sus cortesanos y les dijo: ‘Llevadlo a tal montaña, subid con él y al llegar a la cima preguntadle si renuncia a su religión, si no lo hace arrojadlo (desde la cima de la montaña)’. Entonces lo llevaron y lo hicieron subir la montaña.

Y él dijo:
‘¡Oh Allah!, sálvame de ellos del modo que Tú quieras’. Entonces la montaña comenzó a temblar y todos se cayeron, (excepto él que) se volvió caminando hasta el rey.
El rey le preguntó: ‘¿Qué ha sucedido con tus acompañantes?’

Contestó: ‘Allah me ha salvado de ellos’. Entonces lo volvió a entregar a otros cortesanos suyos diciéndoles: ‘Partid con él, llevadlo en una embarcación y cuando lleguéis al medio del mar preguntadle si renuncia a su religión y si no lo hace arrojadlo en el mar’.

Cuando lo llevaban él dijo: ‘¡Oh Allah!, sálvame de ellos del modo que Tú quieras’. Entonces la embarcación se dio vuelta y se ahogaron, salvo él que volvió caminando hasta el rey.
Éste le preguntó:
‘¿Qué pasó con tus acompañantes?’
Contestó:
‘Allah me ha salvado de ellos’, y le dijo al rey: ‘Tú no podrás matarme hasta que hagas lo que yo te ordene’.

Él preguntó: ‘¿Y qué es?’ Dijo: ‘Debes reunir a la gente en una planicie y me debes atar al tronco de un árbol, luego debes tomar una flecha de mi carcaj, ponerla en el arco y luego decir:
‘En el nombre de Allah, el Señor del joven’, y luego me arrojas la flecha. Si lo haces así podrás matarme’.
Entonces reunió a la gente en una planicie, lo ató a un tronco, tomó una flecha de su carcaj, la puso en el arco y luego dijo: ‘En el nombre de Allah, el Señor del joven’, y arrojó la flecha que le dio en la sien, el joven puso sus manos sobre su sien, donde la flecha lo había herido, y murió.

Entonces la gente clamó: ‘¡Creemos en el Señor del joven!, ¡creemos en el Señor del joven!, ¡creemos en el Señor del joven!’. Y fueron ante el rey y le dijeron: ‘¿Qué piensas de lo que querías precaverte?
¡Allah ha hecho que se produzca aquello de lo que querías precaverte y temías (pues ahora creemos)!’.
La gente creía, entonces ordenó que se cavaran fosas en los caminos. Cuando estuvieron terminadas y se había prendido fuego en ellas le dijo a la gente: ‘El que no renuncie a su religión será arrojado en el fuego o se le dirá que salte en él’. Y así lo hicieron (con tal de no renunciar a su religión), hasta que llegó una mujer con su hijo y dudó en arrojarse, entonces su hijo le dijo: ‘¡Oh madre!, ten paciencia, pues estás en la verdad’».

XVIII • Sahih Muslim (7148)



(1) Es decir: su enseñanza, doctrina y grado espiritual.