miércoles, 29 de diciembre de 2010

La participación activa de la mujer en la mezquita




Existen muchos relatos Sahih, que confirman la presencia y el rol de las mujeres dentro de la mezquita. Éstos describen cómo las creyentes participaban en el Salah Al Yumu‘ah, la oración del eclipse y las oraciones del ‘Id, respondiendo al llamado del Muâdhin para unirse a la oración.
Un registro de Sahih Muslim, nos cuenta que 'Umm Hisham Bint Harizah Ibn An Nu‘man dijo: "No memoricé (la Surah) ‘Qaf, Por el Glorioso Corán...’, de otro que no fuese el propio Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ya que él la recitaba desde el minbar todos los viernes, cuando impartía el sermón al pueblo".
El Imam Muslim también narró que la hermana de ‘Amrah Bint ‘Abd Ar-Rahman, dijo: "Yo aprendí (la Surah) 'Qaf, Por el Glorioso Corán...' del propio Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, cuando la recitaba todos los viernes desde el minbar".
Los relatos de hadiz, también nos narran que Asma' Bint Abi Bakr, que Al-lah Esté complacido con ella, asistió a la oración del eclipse (Salah Al Kusuf) junto al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. En cierto momento, ella no pudo escuchar las palabras del Profeta claramente, de modo que preguntó a un hombre que estaba cerca lo que él estaba diciendo. Dijo Asma’: "El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se puso de pie para dirigirse a nosotros (después de la oración del eclipse), y nos habló acerca de la prueba a la que la persona será sometida en la tumba. Al mencionar esto, los musulmanes se alarmaron un tanto, y eso me impidió escuchar la última parte del discurso del Profeta. Cuando el bullicio cesó, le pregunté a un hombre que estaba próximo a mí: '¡Qué Al-lah te bendiga! ¿Qué fue lo que dijo el Mensajero de Al-lah al final de su discurso?' Él me dijo: 'Me ha sido revelado que seréis puestos a prueba en la tumba con algo similar en severidad a la prueba del Dayyal. (Se refiere a la fitnah o tribulación de la tumba)". [Bujari]

“No impidáis a las siervas de Al-lah asistir a las mezquitas de Al-lah”

Si la mujer pide permiso a su esposo para salir hacia la mezquita, él no puede impedírselo, tal como el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo expresó en varios hadiz, como los siguientes:

"No impidáis a vuestras mujeres ir a la mezquita, aunque sus hogares son preferibles para ellas".

"Si vuestras esposas os piden permiso para ir a la mezquita, no se lo neguéis".

Los hombres hicieron caso de la orden del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y permitieron a sus mujeres ir a la mezquita, aún cuando esto iba en contra de sus propios deseos. No hay indicación más exacta de esto, que el hadiz de ‘Abdullah Ibn ‘Umar, en el cual manifiesta: "Una de las esposas de ‘Umar acostumbraba a rezar el fayer y el ‘isha' en congregación, en la mezquita. En cierta ocasión, le fue preguntado: '¿Por qué vas a la mezquita cuando sabes que a ‘Umar le desagrada y es un hombre celoso?' Dijo ella: '¿Qué es lo que lo detiene de prohibirme hacerlo?' Él respondió: 'Las palabras del Mensajero de Al-lah: ‘No impidáis a las siervas de Al-lah asistir a las mezquitas de Al-lah’".

En conformidad con las enseñanzas del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, que permitían a las mujeres asistir a la mezquita y que prohibían a los hombres impedirles hacer tal cosa, las mezquitas estuvieron colmadas de mujeres, yendo y viniendo, tanto en los tiempos del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, como en los sucesivos períodos donde fue posible. Las mujeres venían a la oración, asistían a los sermones y clases, y tomaban parte activa en la vida pública del Islam. Esta era la situación en la época que fue prescrita la oración comunitaria a los musulmanes. Los musulmanes solían rezar en dirección a Bait Al Maqdis (Jerusalén), antes que la Qiblah fuera cambiada por la Sagrada Ka‘bah. Cuando fue revelado el mandato de Al-lah, Alabado sea, de tomar a la Ka‘bah como Qiblah, los hombres y mujeres que estaban rezando en dirección a Palestina orientaron sus rostros en dirección a la Ka‘bah, lo cual significó que los hombres y las mujeres tuvieron que cambiar de lugar.

La mezquita fue y continúa siendo el centro de luz y guía para los musulmanes; en este ambiente de pureza se realizan actos de culto, y desde su minbar se trasmiten mensajes de veracidad y guía. Desde los albores del Islam, la mujer musulmana ha tenido un rol que jugar dentro de la mezquita.

Las condiciones para asistir a la mezquita

El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo:

"No impidáis a vuestras mujeres la asistencia a la mezquita, si ellas buscan vuestro permiso para hacerlo".

"No impidáis a las siervas de Al-lah asistir a las mezquitas de Al-lah".

"Si vuestras mujeres (ya sea de vuestra familia, tribu o sociedad) procuran vuestro permiso para ir a la mezquita, entonces, dejadlas hacer eso".

Les está permitido a las creyentes participar de las reuniones de los musulmanes en la mezquita, ya que hay mucho provecho por sacar de ello; no obstante, se aplican ciertas condiciones a este permiso, la más importante de las cuales es que la mujer que vaya a la mezquita no deberá utilizar perfume o maquillaje alguno. Zainab Az-Zaqafiah, narró que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "Si alguna de vosotras desea concurrir a la oración del ‘isha', no deberá usar perfume esa noche".

Otros numerosos hadices también prohíben a las creyentes el uso del perfume cuando se dirigen hacia la mezquita; por ejemplo, los siguientes:

"Si alguna de vosotras fuera hacia la mezquita, no deberá usar perfume".

"Cualquier mujer que se haya perfumado con incienso, no deberá asistir a las oraciones del ‘isha' con nosotros".

También, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, enseñó a los musulmanes a prepararse a sí mismos, y a que se presentaran con un aspecto pulcro y limpio a las oraciones en yama‘ah (comunidad), fomentando, tanto a los hombres como a las mujeres, a tomar un baño (gusl): "Quien vaya a la yama‘ah, sea hombre o mujer, tiene que tomar un baño primero".