EL CONOCIMIENTO ES UNA
OBLIGACIÓN Y UNA HONRA PARA EL MUSULMÁN
El musulmán correcto
cree que ejercitar su mente, buscar el conocimiento y descubrir las señales de
Allah en el universo son una obligación, porque dice el Profeta sws al
respecto:
"La búsqueda
del conocimiento es un deber de todo musulmán". Hadîz Hasan
transmitido por Ibn Mâyah
Por consiguiente, el musulmán correcto busca el conocimiento continuamente durante toda
su vida. El hecho de que Allah
ha elevado el rango de aquellos que tienen conocimiento, y los ha descripto
como los que verdaderamente Le temen, debe ser suficiente motivo para
estimular al musulmán a que busque el conocimiento. Allah dice:
{Los más temerosos de Allah son los sabios de
entre Sus siervos...} [35:28]
Temen a Allah aquellos
cuyas mentes están lo suficientemente iluminadas para ver Su grandeza y Su
poder manifiestos en la creación del universo. Allah ha preferido a los sabios
por encima de aquellos que no tienen conocimiento. Dice en el Corán:
{¿Acaso son iguales quienes saben [los preceptos
de su Señor y los ponen en práctica] y quienes no saben? Por cierto que sólo
reflexionan los dotados de intelecto.} [39:9]
Safuân Ibn ‘Assâl Al Murâdi ingresó en la mezquita y le dijo
al Profeta sws: ¡Mensajero
de Allah! He venido para obtener conocimiento. El Profeta sws le dijo:
"Bienvenido ¡Oh,
buscador del conocimiento! Los Ángeles rodean al buscador de conocimiento con
sus alas, reuniéndose a su alrededor en filas uno sobre otro, hasta alcanzar el
primer cielo por amor a lo que él busca". Transmitido por Ahmad, At
Tabarâni, Ibn Hibbân y Al Hâkim con un Isnâd Sahîh
Los textos que exaltan la virtud del conocimiento y exhortan
a su búsqueda son numerosísimos, por consiguiente el verdadero musulmán es un estudioso y un buscador de
conocimiento.
BUSCA EL CONOCIMIENTO
CONTINUAMENTE, HASTA SU MUERTE
El verdadero conocimiento no significa obtener un título o
diploma que permitirá ganar un sueldo y garantizará un buen nivel de vida,
después del cual uno deja de estudiar y no continúa explorando el tesoro del
conocimiento; el verdadero saber significa continuar leyendo y estudiando,
aumentando el conocimiento día a día, de acuerdo con las palabras del
Corán:
{Di: ¡Oh, Señor mío! Acrecienta mi conocimiento.} [20:114]
Nuestros predecesores virtuosos nunca dejaron de buscar la
forma de aumentar el conocimiento, no importa que tan alto nivel de saber
habían logrado, ellos continuaban su búsqueda hasta el final de sus vidas.
Sostenían que el conocimiento vivía y crecía con su continua búsqueda, y que se
marchitaba y perecería cuando era ignorado y abandonado. Se atribuyen muchas
anécdotas que elocuentemente expresan el respeto que le tenían al conocimiento
y a la constante dedicación para adquirirlo. Por ejemplo, el Imâm Ibn ‘Abd Al Barr
informó que Ibn Abî Gassân dijo: ‘Mientras estás buscando el conocimiento eres conocedor, pero si
abandonas la búsqueda te vuelves ignorante’.
El Imâm Mâlik dijo: ‘Quien tiene conocimiento no debe dejar de buscarlo’.
Se le preguntó al Imâm ‘Abdullah Ibn Al-Mubârak: ¿Durante cuánto tiempo buscarás el
conocimiento? Respondió: ‘Hasta que me muera, porque puede ser que todavía no haya encontrado lo
que más me beneficiará’.
Se le preguntó al Imâm Abû ‘Amr Ibn Al-‘Alâ': ¿Durante cuánto tiempo le
corresponde a una persona buscar el conocimiento? Respondió: ‘Durante toda su vida’.
El Imâm Sufiân Ibn ‘Uiainah dio una excelente respuesta
cuando se le preguntó: ¿Quiénes
son los más necesitados de buscar el conocimiento? Dijo: ‘Aquellos que tienen más
conocimiento’. Y cuando fue preguntado el porqué, contestó: ‘Porque si ellos cometen un error
es más grave’.
El mismo concepto tenía el Imâm Fajr Ad-Dîn Ar-Râzi (606
d.H.), era Mufassir (exegeta del Corán) y un estudioso de la filosofía (‘Ilm
Al-Kalâm), que Allah le perdone, y otras disciplinas, y autor de numerosas.
Allah le concedió tal reconocimiento en la sabiduría que la gente, concurría de
todas partes para verlo. Cuando visitó la ciudad de Meru (en Turkmenistán),
muchos sabios y estudiantes se acercaron para tener el privilegio de escucharlo
y aprender de él. Entre los buscadores de conocimiento que asistieron se
encontraba un joven de menos de veinte años que era muy versado en literatura y
genealogía. Cuando el Imâm Fajr Ad-Dîn se dio cuenta que este discípulo era
especialista en genealogía, una ciencia que él conocía poco, le pidió que le
enseñara. No encontró inaceptable volverse estudiante de su estudiante, y le
hizo incluso sentarse en el lugar del maestro mientras él se sentaba a sus
pies. Así era el proceder del Imâm Fajr Ad-Dîn Ar-Râzi, y esto no disminuyó su
elevado rango de ser el Imâm de su época.
Esta extraordinaria historia fue contada por el historiador
y literario Iâqût Al-Hamaui en su libro Mu‘yam Al-‘Udabâ' (Diccionario de
literatos), donde se encuentra una biografía de ‘Azîz Ad-Dîn ‘Ismâ‘îl Ibn
Al-hasan Al-Maruazi, con el cual Iâqût se encontró y pasó mucho tiempo, y
aprovechó para escribir una biografía de él. En esta biografía dice:
‘Azîz Ad-Dîn me dijo: El Imâm Fajr Ad-Dîn Ar-Râzi fue a
Meru. Él tenía una gran reputación, a tal punto que nadie se atrevía a discutir
con él y apenas respiraban en su presencia. Yo fui a estudiar con él. Un día me
dijo: ¿Podrías escribirme un libro sobre la genealogía de Tâlibiiûn (los
descendientes de Abû Tâlib)? para que yo pueda estudiarla, porque no quiero
seguir siendo un ignorante al respecto. Entonces le pregunté: ¿Lo quieres
presentado como un árbol genealógico, o escrito como una narrativa? Él dijo: Un
árbol genealógico no puede ser estudiado de memoria. Yo quiero algo que pueda
memorizar. Entonces me marché y escribí el libro, al que llamé Al-Fajri. Cuando
se lo traje, lo tomó, se levantó de su almohadón, se sentó en la estera, y me
dijo que me sentase en su lugar, el cual había dejado vacante. Yo pensé que eso
era demasiado, y le dije: Soy tu sirviente. Pero me reprimió severamente
diciéndome: Siéntate donde yo te digo. Allah sabe que no tenía otra opción más
que sentarme donde me indicó. Luego me empezó a leer el libro, mientras estaba
sentado a mis pies, y me preguntaba por algo cuando no entendía, hasta que lo
terminó. Cuando finalizó dijo: Ahora siéntate donde quieras, porque en este
campo de conocimiento tú eres mi maestro y yo soy tu discípulo, y lo correcto
es que el estudiante se siente a los pies de su maestro. Así que me levanté, y
él se sentó en su lugar, y yo empecé a leerle, mientras estaba sentado sobre el
almohadón del que se había levantado anteriormente’.
Después de citar esta historia, Iâqût dijo: ‘Éstos son
buenos modales, demuestran un alto rango’.
¡Qué grande era el amor y el respeto que estos sabios le
dieron al conocimiento! Lo consideraban muy importante; la generación actual
debería aprender de la actitud de sus antepasados.
LO QUE LOS MUSULMANES
NECESITAN SABER
La primer cosa que el musulmán necesita saber es cómo leer correctamente el Corán (ciencia
del Tayuîd) y entender su
significado. Luego deben aprender
doctrina, algo de la ciencia del Hadîz, la biografía del Profeta sws, y la
historia de los Sahâbah y los Tâbi‘în, que son las más destacadas figuras del
Islam. También deben adquirir conocimiento de legislación Islámica (Fiqh), el
necesario para asegurar que sus actos de adoracón y su proceder diario sean
correctos, así como deben tener un conocimiento legítimo de los principios
básicos de la doctrina. Éste es el deber del musulmán que no es un
especialista en Sharî‘ah.
Si es especialista en una ciencia islámica, entonces debe
hacer el mayor esfuerzo en aprender su especialidad completamente y tener éxito
en la misma.
DEBE SER COMPETENTE EN
SU ESPECIALIDAD
Además de esto, el musulmán no descuida su especialidad sino
que le presta mucha atención. Como
musulmán sabe que es una obligación religiosa trabajar en su campo de especialización,
ya sea en el área de las ciencias islámicas o en otros campos como las ciencias
empíricas, tales como la matemática, física, química, ingeniería, astronomía,
medicina, o la industria y el comercio. Por consiguiente, debe ser hábil en el
campo en el cual se ha especializado.
El Profeta sws dijo en un conocido Hadiz: “Allah ama que si una persona
desarrolla una actividad, la perfeccione”.
El Islam ha hecho del conocimiento un
deber, aquel que lo busca se acerca más a Allah y
lo adopta como un medio para ganarse Su complacencia. Por eso vemos que los
sabios de las primeras generaciones daban énfasis a estos principios sublimes
en los prólogos de sus libros, porque a través del conocimiento que ellos
divulgaban, buscaban ganarse la complacencia de Allah, y presentaban los
resultados de sus estudios puramente por Su causa.
EL MUSULMÁN
COMPROMETIDO ESTUDIA OTRO IDIOMA
No se olvida de prestarle atención al conocimiento del idioma árabe,
porque es una demanda de la vida Islámica contemporánea para comprender
completamente su religión.
Hace quince siglos, el Profeta sws estimuló el estudio de idiomas para que los musulmanes
pudieran comunicarse con las demás naciones y razas, y puedan así
transmitirles el verdadero mensaje que Allah les había confiado para que lo
proclamaran a lo largo del mundo. Tenemos evidencias de esto en el Hadîz
narrado por Zaid Ibn Zâbit en el cual expresa que el Profeta sws le dijo:
"¡Zaid! Aprende la
escritura de los judíos, pues juro por Allah que no me fío en que ellos escriban
mis cartas". Dijo Zaid: ‘Entonces la aprendí, y sólo me tomó un mes dominarla.
Luego yo le escribía al Profeta sws las cartas que él les enviaba, y le leía
las que él recibía’.
En otro relato se narra: El Mensajero de Allah sws me
preguntó: "¿Conoces el
arameo? Recibo cartas en ese idioma". Yo le respondí: No. Él me dijo: "Entonces apréndelo". Y lo
aprendí. Transmitido por At-Tirmidhi, quien dijo: Es un Hadîz Hasan
Sahîh
Por esto Ibn
Az-Zubair dominaba varios idiomas, pero
el aprendizaje de los mismos no lo distrajeron de su religión y de su
preparación para la otra vida. Tenía más de cien empleados y a cada uno le hablaba en su idioma.
Cuando se ocupaba de los asuntos mundanos, parecía ser de los que no pensaban
en la otra vida, y cuando se dedicaba a la adoración y la devoción, parecía que
no pensaba en esta vida. Transmitido por Al Hâkim en Al-Mustadrak 3/549,
y Abû Na‘îm en Al-Hiliah 1/334
En la actualidad, más
que antes, el musulmán necesita dominar otros idiomas para poder difundir el
Islam y defenderlo de sus detractores.
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