Teóricamente el rosario de los musulmanes debería estar formado por noventa y nueve granos, por cien incluso. Para hacerlo más liviano y llevadero se lo redujo a un tercio, quedando la obligación de repetirlo tres veces para completar el número exacto de noventa y nueve.
Este número, más bien simbólico, significa los noventa y nueve nombres o atributos divinos, además del mismo nombre de Dios. Por tanto, el fiel musulmán al desgranar tres veces su rosario invoca, oral o mentalmente, a su Creador.
Tal práctica religiosa no es obligatoria; solamente es recomendada por el mismo Mahoma, en el capítulo VII del Corán, versículo 180: A Dios pertenecen los nombres más bellos. Invocadlo con ellos; y alejaos de quienes los aplican erróneamente. Serán recompensados de acuerdo a sus méritos.
El número de noventa y nueve se encuentra escrito en un Hadît tomado de Abû Huraira con estas palabras: A Dios pertenecen noventa y nueve nombres, (es decir) cien menos uno, porque El es el Incomparable, (o sea, el Unico), ama (el ser cualificado con tales nombres) uno por uno: el que conoce los noventa y nueve nombres, entra en el paraíso. En realidad, según el Corán, los atributos divinos son mucho más de noventa y nueve y generalmente se encuentran al final de los versículos coránicos. Algunos son expresados con una palabra; otros -en menor escala-, con dos o tres. A menudo son unidos y repetidos de a dos.
El rezo de los nombres y atributos divinos tiene una gran importancia en la religiosidad de los musulmanes. Con esta plegaria el fiel manifiesta su fe personal en Dios; busca comprender mejor su grandeza según los distintos aspectos que los nombres le presentan; en fin, manifiesta públicamente el deseo de ser un musulmán sincero y practicante. Es una devoción piadosa sostenida por la autoridad del mismo fundador y del libro santo de la religión musulmana, y al practicarla, provoca en el alma religiosa una cierta franqueza interior que no se limita a tiempos y lugares particulares.
Debido a la gran religiosidad de los musulmanes, se puede pensar que cada hombre tenga, al menos en su casa, uno o dos rosarios, que desgrana caminando por la calle, o sentado en los negocios, o en un bar, en las mezquitas, en las salas de recepción, en las manifestaciones civiles y religiosas...
Naturalmente la inmensa mayoría no conoce los numerosos problemas de naturaleza lingüística, filosófica o teológica; pero con fe sencilla y operante se complace de recitar, a menudo en los días de reposo, los nombres y atributos divinos con la ayuda del rosario.
Puede ser que algunos no sepan los atributos de memoria; en la práctica lo sustituyen recitando treinta y tres veces uno de aquellos atributos, o bien otras fórmulas religiosas breves y significativas, como por ejemplo Allâhu Akbar: (Dios es grande); al-jamdu li-l-Lâh: (Dios sea alabado); Allâh ‘azîm: (Dios es magnífico). Ia Latîf: (Gracioso), etc.
Generalmente el rosario concluye recitando en la centésima cuenta la profesión de fe lâ ilâha illâ-l-Lâh: no hay otros dioses más que el único Dios.
Generalmente el rosario concluye recitando en la centésima cuenta la profesión de fe lâ ilâha illâ-l-Lâh: no hay otros dioses más que el único Dios.
· Formas de utilizarlo:
Allâhu Akbar: (Dios es grande); al-jamdu li-l-Lâh: (Dios sea alabado); Y SEBAHAN ALLAH o lo dices todo esto a la ves y cuentas una bolita o dices ALLAHU AKBAR tres veces y cuentas una bolita alhamDULILAH 3 veces y cuentas otra bolita y sebhan e ALLAH 3 veces y cuentas otra bolita. Que a fin de cuentas es lo mismo solo que una forma es mezclarlos y otra diciendo lo mismo así que es lo mismo porque tienes q contar 99 ya que como tesbeh tiene 33 cada bolita tres cosas lo dices 99 veces.
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